Por Lydia Vidal. Acordemos como base que sin ambición en el liderazgo, no habría crecimiento ni innovación. Es decir, acordemos que la ambición es algo positivo. Pero acordemos también que cuando la ambición se mezcla con otras fuerzas tensoras, como pueden ser el egoísmo o incluso la avaricia, puede convertirse en una barrera en lugar de un impulso.
El coaching ejecutivo juega un papel fundamental en ayudar a líderes y empresarios a diferenciar entre una ambición sana y otra ambición «no sana» que los aísla o los consume. Para ello, es clave comprender la distinción entre mentalidad de abundancia y mentalidad de escasez, un concepto desarrollado por referentes del management y coaching ejecutivo como Jim Selman.
Ambición en el liderazgo: ¿impulso o trampa?
La ambición bien dirigida es el motor que impulsa a líderes y empresas hacia el crecimiento. Es la energía que lleva a un CEO a reinventar su industria o a un emprendedor a desafiar el status quo. Sin embargo, cuando la ambición se descontrola, puede generar comportamientos que, a largo plazo, destruyen más de lo que construyen.
Una ambición desmedida puede llevar a una visión de escasez, donde la única forma de ganar es que otros pierdan. En este marco mental, el líder busca el éxito por encima de todo, sin importar los costes para su equipo, su empresa o su propia salud mental. Aquí es donde aparecen el egoísmo y la avaricia como síntomas de una ambición mal canalizada.
Egoísmo en el liderazgo: ¿protección o aislamiento?
El egoísmo en el liderazgo puede manifestarse de muchas formas: desde la incapacidad de delegar hasta la falta de empatía con el equipo. Un líder así cree que debe controlar cada decisión, que su visión es la única válida y que compartir información o poder lo debilita.
Esta actitud surge de una mentalidad de escasez, donde los recursos —ya sean ideas, reconocimiento o autoridad— se perciben como limitados. Como resultado, el líder se aísla, el equipo se desmotiva y la organización pierde capacidad de innovación y adaptabilidad.
— Un líder con mentalidad de abundancia entiende que el poder se multiplica cuando se comparte. En lugar de ver el talento de otros como una amenaza, lo ve como una oportunidad para crecer juntos. Fomenta la colaboración, construye confianza y genera un entorno donde todos pueden brillar.
Avaricia en el liderazgo: ¿seguridad o miedo?
La avaricia en el contexto del liderazgo no se limita al dinero. También puede manifestarse en la acumulación de reconocimiento, contactos o influencia sin intención de compartir. Un líder avaro teme perder lo que ha conseguido, lo que lo lleva a decisiones basadas en el miedo en lugar de la visión.
Desde la perspectiva del coaching ejecutivo, la avaricia es una manifestación extrema de la mentalidad de escasez. Se basa en la creencia de que «nunca es suficiente» y que el éxito solo se mantiene protegiéndolo de los demás. Paradójicamente, esta actitud suele llevar al resultado opuesto: equipos desmotivados, entornos tóxicos y un liderazgo débil.
— Un líder con mentalidad de abundancia entiende que el éxito no es un recurso finito. Sabe que compartir oportunidades y reconocer el talento de otros fortalece su propia posición. En lugar de aferrarse al control, construye estructuras sostenibles que permiten el crecimiento continuo.
Distinción abundancia vs. escasez
La distinción entre abundancia y escasez es habitual en coaching, y plantea cómo la diferencia fundamental entre los líderes efectivos y los que se estancan está en su forma de ver el mundo.
- La mentalidad de escasez lleva a la competencia extrema, el miedo al fracaso y la necesidad de controlar todo. Se traduce en liderazgo autoritario, culturas empresariales tóxicas y una visión cortoplacista.
- La mentalidad de abundancia fomenta la colaboración, la innovación y la confianza en que hay suficiente para todos. Quienes operan desde esta perspectiva ven oportunidades donde otros ven amenazas y crean culturas organizacionales basadas en la co-creación y el aprendizaje continuo.
Desde el coaching ejecutivo, el reto es ayudar a los líderes a identificar desde qué mentalidad están operando y acompañarles a ver el impacto y los resultados que están obteniendo, además de explorar los beneficios de un liderazgo consciente y generoso.
Un liderazgo basado en la abundancia
— Autoevaluación honesta: Pregúntate si tomas decisiones desde el miedo o desde la posibilidad. ¿Tu liderazgo busca proteger lo que tienes o expandir lo que puedes lograr con otros?
— Fomentar la colaboración: En lugar de ver a otros como competencia, busca alianzas estratégicas. Un equipo comprometido es más poderoso que cualquier líder en solitario.
— Transformar el control en confianza: Delegar no es perder poder, sino multiplicarlo. Empoderar a otros fortalece tu liderazgo.
— Redefinir el éxito: Si tu única métrica es la acumulación de dinero, poder o influencia, inevitablemente sentirás que nunca es suficiente. Expande tu visión: ¿Cómo puedes generar impacto real y duradero?
Un líder que comprende que el éxito no se trata solo de acumular, sino de crear y compartir valor, es un líder que no solo prospera, sino que también transforma su entorno.
